Los aguacates están por todas partes últimamente. Su popularidad ha crecido enormemente en los últimos años. Y es que no podemos negar que tienen un sabor realmente delicioso.
Con su rica y cremosa textura, y ese sabor suave que se adapta a todo tipo de platos, los aguacates son prácticamente perfectos para cualquier cosa que quieras preparar: tacos, arroz y frijoles, hamburguesas, e incluso si lo sirves en un delicioso batido dulce. Puede que sólo sea una sensación mía, pero diría que en los últimos 10-15 años, los aguacates han pasado de ser prácticamente algo únicamente “Mexicano” a ser reconocidos y queridos prácticamente en todas las partes del mundo.
Pero el sabor por sí solo no es lo que llevó al humilde aguacate a llegar tan lejos. Los aguacates también cuentan con una rica gama de nutrientes como las vitaminas B, C, E y K, además de una gran dosis de grasas monoinsaturadas saludables para nuestro organismo. Mires como los mires, los aguacates son simplemente algo excelente para comer. Recientemente, pudimos descubrir que además de su deliciosa carne, existe otra parte que está repleta de nutrientes… y que todos hemos estado tirando a la basura durante mucho tiempo.
Los aguacates han sido cultivados en América Central desde el año 5000 antes de cristo, y se piensa que se originaron en la región Puebla de México. Se conocen 14 variedades de aguacates reconocidos oficialmente a lo largo de las regiones tropicales de todo el mundo.
Probablemente los aguacates sean tan famosos gracias al famoso plato del “Guacamole” que tanto gusta a la gente:
¿Qué hay mejor para disfrutar de una buena tarde con los amigos que unos buenos Nachos acompañados de un delicioso guacamole?
Y a todos los que os guste el guacamole, no podréis dejar de babear con estas deliciosas tostadas. ¡Así es como se deben comenzar todas las mañanas!
Los aguacates – que son técnicamente una fruta – son una fuente de grasas saludables y otros nutrientes esenciales así como minerales.
¿Pero qué pasaría si os dijese que hemos estado tirando la parte más nutritiva a la basura durante todo este tiempo?
A pesar de lo maravillosa que es su carne, el verdadero tesoro se encuentra en la semilla.
Prácticamente el 70% de los nutrientes más importantes se encuentran en la semilla del aguacate.
La semilla del aguacate está repleta de antioxidantes que ayudan a reducir la inflamación y a mejorar la circulación sanguínea, lo que lo convierte en algo ideal para disminuir los efectos de la artritis.
Los altos niveles de antioxidantes, y las propiedades anti-inflamatorias de la semilla ayudan a la digestión reduciendo la hinchazón del tracto intestinal.
Además, la semilla tiene una gran cantidad de fibra, que siempre es buena para todos los problemas digestivos.
Los aceites que puedes encontrar en la semilla del aguacate aumentan los niveles de colágeno de la piel, reduciendo así las arrugas, ayudándote a mantenerte más joven.
Además aumenta enormemente el brillo del cabello, haciendo que luzca mucho más sano y cuidado.
La fibra y las grasas saludables de la semilla del aguacate también te ayudan a mantenerte saciado y sentirte con energía – reduciendo así la necesidad de comer constantemente y pudiendo evitar ganar unos kilos de más.
Además, la semilla del aguacate también se ha comprobado que ha ayudado a reducir el crecimiento de tumores en pacientes con cáncer, incluso causando algunas células cancerígenas a que se auto-destruyen.
¿Qué te ha parecido todo esto? ¿Estás deseando probar la semilla pero no sabes cómo extraerla? Aquí os dejamos un vídeo explicativo:
Y una vez tenemos la semilla ¿Qué hacemos con ella?
Podríamos tratar de rallarla consiguiendo un polvo fino que luego usaremos en nuestros deliciosos platos de comida.
La mejor manera para la mayoría de nosotros sería sacar la semilla con un cuchillo. Luego golpearla para que se divida en dos partes, y posteriormente tratar de cortarla en piezas más pequeñas para que nuestra batidora pueda triturarlas sin problemas.
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